Debido al cobarde montaje realizado en 1975 , el Tribunal de Ética del Colegio de Periodistas sancionó a Claudio Sánchez y Julio López. Fueron sentenciados con un año de suspensión de la colegiatura y una censura pública. Con una versión falsa y canallesca de los hechos, los ágiles lameculos de Pinochet ocultaron el asesinato de seis opositores.
Famosas son ya las escenas en que un patético Sánchez mostraba lo bien que la estaban pasando los prisioneros en el Nacional, los hacía cantar el "patito chiquito" mientras metros más allá sus compañeros eran salvajemente torturados y asesinados. El ridículo y artificial episodio no fue nada comparado con el sucio montaje con que los periodistas más abyectos prostituían su título.
El 19 de noviembre de 1975, la DINA preparó una escena en que 6 opositores a la dictadura fueron muertos en un tiroteo durante esa mañana en el sur de Santiago. La verdad es que esos seis opositores habían muerto durante la noche anterior, en el centro de detención y torturas de Villa Grimaldi, en condiciones bastante más horrendas: antes de asesinarlos a balazos, quemaron sus cuerpos y rostros con agua y aceite hirviendo. Una de las mujeres estaba embarazada. A Catalina Gallardo Moreno le sacaron los ojos. Eran las únicas dos mujeres.
El Tribunal de Ética sancionó además a los ex profesionales de TVN, Roberto Araya Silva (periodista) con una censura pública y la expulsión del Colegio; y a Vicente Pérez Zurita y Manfredo Mayol Durán, con un año de suspensión de la colegiatura. Pérez era jefe de prensa y Mayol, gerente general de TVN, pero con atribuciones sobre toda la programación.
En el 2003, un ex-DINA informaría a La Nación Domingo del montaje realizado para ocultar el crimen y hacerlo parecer un enfrentamiento, lo que llevó a un sumario abierto en el Tribunal de Ética gracias a la denuncia a nombre de familiares de los sobrevivientes.
Tanto en la investigación judicial como en la indagatoria del referido Tribunal de Etica, está acreditado que agentes DINA llegaron a Televisión Nacional para buscar a Araya y López Blanco, además de dos camarógrafos, llevándolos a Rinconada de Maipú a grabar el montaje, entregándoles el libreto de lo que debían informar.
El periodista Roberto Araya declaró que “como Julio López y yo éramos funcionarios de TVN, ellos mismos (de la DINA) nos llevaban al lugar y nos pasaban el libreto. A veces Moren Brito iba a buscarnos al canal para llevarnos a cubrir una nota”.
De seguro ya habrán oido del fallo en contra de estos buitres del periodismo. Probablemente no gracias a la prensa. Es famosa la pataleta que armó Sánchez en el noticiero de Mega (refugio de este tipo de ratas, gracias al oscuro señor Claro) cuando canal 13 quiso expiar sus propias culpas usando la imagen de Sánchez. Está más que claro que no se arrepiente. Ni siquiera se presentó al Tribunal. Es que esto de no asumir sus responsabilidades es algo crónico entre este tipo de gente.
Sólo queda esperar que la sanción lo haya hecho reflexionar. ¿lo perseguirán los fantasmas de quienes humilló después de masacrados? ¿se sentirá orgulloso? ¿con tanta Universidad privada, Opus Dei y de derecha, vendrán nuevas generaciones de periodistas rastreros esperando su propio Golpe Criminal para saltar a la fama? ¿o a la infamia?